Benedicto XVI: pleno apoyo al diálogo actual entre católicos y ortodoxos
Discurso a la delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 28 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso del Papa a la delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla, que se encuentra en Roma con ocasión de la festividad de los santos Pedro y Pablo y la conclusión del Año Paulino, al recibirla este sábado en audiencia en el Vaticano.
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“Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor
Jesucristo” (Ef. 1,2)
Venerables hermanos:
Con estas palabras, San Pablo, “apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios”,
se dirige “a los santos” que viven en Éfeso y a los “fieles en Cristo Jesús”
(Ef 1,1).
Hoy, con este anuncio de paz y de salvación, deseo darles la bienvenida en la
fiesta patronal de los santos Pedro y Pablo con la que vamos a concluir el Año
Paulino.
El año pasado, el Patriarca ecuménico, Su Santidad Bartolomé I, quiso honrarnos
con su presencia para celebrar juntos la inauguración de este año de oración,
reflexión e intercambio de gestos de comunión entre Roma y Constantinopla.
A su vez, nosotros tuvimos la alegría de enviar una delegación a las
celebraciones análogas organizadas por el Patriarcado ecuménico.
No podía ser de otra manera en este año consagrado a San Pablo, que recomienda
encarecidamente "conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la
paz” y nos enseña que hay “un solo Cuerpo y un solo Espíritu” (Ef 4, 3-4).
Sed así bienvenidos, queridos hermanos que habéis sido enviados por Su Santidad
el Patriarca ecuménico al cual, a su vez, llevaréis mi saludo caluroso y
fraterno en el Señor.
Juntos, nosotros daremos gracias al Señor por todos los frutos y los beneficios
que nos ha aportado la celebración de los dos mil años del nacimiento de San
Pablo.
Nosotros celebraremos en la concordia la fiesta de los santos Pedro y Pablo,
los protòthroni de los apóstoles, tal y como los invoca la tradición litúrgica
ortodoxa, es decir, los que ocupan el primer puesto entre los apóstoles y son
llamados “maestros de ecumene”.
Por vuestra presencia, que es signo de fraternidad eclesial, nos recordáis
nuestro compromiso común en la búsqueda de la plena comunión.
Ya lo sabéis, pero me complace hoy volver a confirmar que la Iglesia católica
está decidida a contribuir de todas las maneras que le sea posible al
restablecimiento de la plena unidad, en respuesta a la voluntad de Cristo para
sus discípulos y conservando en la memoria la enseñanza de Pablo que nos
recuerda que hemos sido llamados “a una misma esperanza”.
En esta perspectiva, podemos entonces considerar con confianza el buen
desarrollo de los trabajos de la Comisión mixta internacional para el diálogo
teológico entre los ortodoxos y los católicos.
Ésta se reunirá el próximo mes de octubre para afrontar un tema crucial para
las relaciones entre Oriente y Occidente, el de la “función del obispo de Roma
en la comunión de la Iglesia durante el primer milenio”.
El estudio de este aspecto es indispensable para poder profundizar globalmente
en esta cuestión en el marco actual de la búsqueda de la plena comunión.
Esta comisión, que ya ha realizado un importante trabajo, será generosamente
recibida por la Iglesia ortodoxa de Chipre a la que expresamos desde ahora toda
nuestra gratitud por su acogida fraterna y el clima de oración que envuelve
nuestras conversaciones y facilitarán nuestra labor y la comprensión mutua.
Deseo que los participantes en el diálogo católico-ortodoxo sepan que mis
oraciones les acompañan y que este diálogo tiene el pleno apoyo de la Iglesia
católica.
De todo corazón, espero que los malentendidos y las tensiones producidas entre
los delegados ortodoxos en las últimas sesiones plenarias de esta comisión sean
superadas en el amor fraterno de manera que este diálogo cuente con mayor
representación ortodoxa.
Muy queridos hermanos, quiero volver a daros las gracias por estar entre
nosotros este día y quiero pediros que transmitáis mi saludo fraterno al
Patriarca ecuménico Su Santidad Bartolomé I, al Santo Sínodo y a todo el clero,
así como al pueblo de los fieles ortodoxos.
Que el gozo de la fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo que nosotros
celebramos tradicionalmente el mismo día, llene vuestros corazones de confianza
y de esperanza.
[Traducción del original francés realizada por Patricia Navas (http://www.zenit.org/article-31718?l=spanish)